Londres, 5 de septiembre de 2022 (Agencias).- Una admiradora de la primera ministra Margaret Thatcher, a la que interpretó de niña en una obra del colegio, es una de aristas iniciales que se podría decir de la jefa de la diplomacia británica, Liz Truss, quien espera ahora sucederla como tercera mujer a las riendas del gobierno en el Reino Unido tras su victoria en las elecciones conservadoras ante el ex titular de Finanzas, Rishi Sunak.
Al igual que Thatcher, apodada la “dama de hierro” por la mano dura con que gobernó el país de 1979 a 1990, Truss, de 46 años, es una defensora del libre comercio y entró en la campaña para suceder al primer ministro Boris Johnson encarnando al ala más derechista del Partido Conservador.
Desde hace casi un año, es ministra de Relaciones Exteriores y llegó a imitar a Thatcher posando con un gorro de piel ruso en la Plaza Roja en febrero, durante un viaje a Moscú para intentar disuadir al presidente Vladimir Putin de invadir Ucrania.
Pero el viaje, además de las bromas desatadas por estas fotos, terminó en un fiasco diplomático.
En particular, Truss cayó en la trampa de su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, al decir que ella “nunca” reconocería la soberanía de Moscú sobre dos ciudades rusas cercanas a Ucrania, Rostov y Voronezh, cuya pertenencia a Rusianadie discute.
Junto a Johnson, Truss ha encarnado el masivo apoyo del Reino Unido a Ucrania, con sanciones económicas a una escala sin precedentes.
También destacó por su postura, primero conciliadora y luego intransigente, con la Unión Europea en las delicadas negociaciones sobre los acuerdos posbrexit para Irlanda del Norte.
Su nombramiento en el ministerio de Relaciones Exteriores fue tanto un espaldarazo como un medio por parte de Johnson de intentar controlar las ambiciones de esta figura ascendente.
Mostrándose leal hasta el final, ahora tendrá que lograr un delicado equilibriopara aprovechar el trabajo realizado en los últimos meses sin aparecer como una heredera directa del controvertido líder conservador.
Cuando llegó al poder en julio de 2019, Johnson había confiando a Elizabeth (‘Liz’) Truss la cartera de Comercio Exterior.
En este puesto, que le permitió familiarizarse con los canales diplomáticos, se convirtió en la cara de las negociaciones comerciales de Londres tras el Brexit.
Fue todo un cambio de rumbo para una mujer que había defendido la permanencia británica en la Unión Europea durante el referéndum de 2016 antes de decir que veía oportunidades económicas en el Brexit.
Ha trabajado para forjar nuevas alianzas de libre comercio y concluyó acuerdos con Japón, Australia y Noruega.
Pero sus críticos afirman que estos tratados solo reintroducen las ventajas perdidas con la salida de la UE. Y Truss no logró el gran acuerdo comercial con Estados Unidos que Londres tanto ambicionaba.
Nacida el 26 de julio de 1975, casada y con dos hijas, “Liz no tiene miedo de decir lo que piensa, y cree que liberar a la gente de los gravosos trámites burocráticos para crear y hacer crecer las empresas es la clave de nuestro futuro económico”, presume su página web.
Tras una década en el sector privado, sobre todo como directora comercial, fue primero concejala en el sureste de Londres y luego se convirtió en diputada en 2010, por la circunscripción de South West Norfolk, en el este de Inglaterra.
En 2012 entró en el gobierno y ocupó una serie de carteras, primero como secretaria de Estado de Educación y luego como ministra de Medio Ambiente de 2014 a 2016.
También se convirtió en la primera mujer ministra de Justicia y, posteriormente, en secretaria jefa del Tesoro.
Sin embargo, su presencia en las filas conservadoras no era evidente ni mucho menos.
Truss creció en un entorno muy izquierdista. En la prestigiosa Universidad de Oxford, donde se licenció en política y economía, presidió el grupo eurófilo liberal-demócrata, que en su momento apoyó un segundo referéndum sobre el Brexit.
Según ella misma admitió, escandalizó a sus padres, un profesor de matemáticas y una defensora del desarme nuclear a los que acompañaba a las manifestaciones cuando era niña, al acabar adoptando posturas muy derechistas.
Los conservadores, entre quienes rápidamente se convirtió en una estrella emergente, encajaban mejor con las ideas de esta defensoras de los bajos impuestos.
“Mi filosofía personal”, dijo una vez al periódico The Guardian, “es dar a la gente la oportunidad de tomar sus propias decisiones”.
El país está acusando los efectos de una inflación de 10 por ciento, su mayor nivel en 40 años, alimentada por una escalada de precios de la energía inducida por la invasión rusa de Ucrania y el uso del gas como arma política.
Una inflación que durante el verano dio lugar a numerosas huelgas y promete un otoño marcado por las protestas.
La factura energética de los hogares subirá 80 por ciento a partir de octubre, y millones de familias afrontan un doloroso dilema entre comer y calentar sus casas este invierno.
“Me ocuparé de la crisis energética y de las facturas de los ciudadanos, pero también de los problemas a largo plazo que tenemos en el suministro de energía”, prometió Truss el lunes en un breve discurso tras anunciarse su victoria.
Según varios medios británicos, está contemplando una congelación de los precios de la energía.
“Si la nueva primera ministra no aborda estos problemas de frente, la economía se adentrará aún más en aguas peligrosas y las perspectivas para las empresas y los consumidores serán realmente sombrías”, señaló Sarah Howard, presidenta de las Cámaras Británicas de Comercio, pidiendo ayuda inmediata.
Reiterando sus compromisos de campaña, Truss prometió el lunes presentar “un plan audaz para reducir los impuestos y hacer crecer la economía” británica, que se encuentra al borde de la recesión. El domingo había anunciado que presentaría dicho plan “en un mes”.
El cambio de primer ministro no se producirá sin embargo hasta el martes, cuando Johnson pronunciará su discurso de despedida en Downing Street.
Acto seguido viajará a Balmoral, residencia de verano de Isabel II en Escocia, 800 kilómetros al norte de Londres, para presentar su renuncia formal a la reina, que entonces nombrará oficialmente a Truss como su sucesora.
Por primera vez en sus 70 años de reinado, Isabel II, de 96 años, no viajará a Londres para esta ceremonia, debido a sus crecientes problemas de movilidad.
La nueva jefa de gobierno regresará entonces a la capital, para pronunciar su primer discurso ante la famosa puerta negra del número 10 de Downing Street y formar gobierno.
El miércoles prevé presidir su primer consejo de ministros y enfrentarse en el Parlamento al líder de la oposición, Keir Starmer, quien tras felicitarla aseguró que Truss “no está de parte de la gente trabajadora”.